Poco se habla de lo placentera que es la sensación de comodidad mental. Sí, a todas nos gusta estar cómodamente en el sofá viendo nuestra serie favorita, o estar en la playa tirada con el único sonido de fondo del mar. Nuestro cuerpo está cómodo en esas situaciones. Pero, también lo está nuestra cabeza??
Últimamente me fijo mucho en lo cómoda que me siento en según qué situaciones o con qué personas y me estoy dando cuenta de que las situaciones o las personas no son como los zapatos, que cuanto más los usas, más cómodos te resultan. A veces pasa justo lo opuesto, y un zapato nuevo, recién abierto, e resulta mucho más confortable que ese que uso a diario.
He descubierto que con muchas personas recién “estrenadas” me siento mil veces más cómoda que con algunas que me conocen desde que era una niña. Aunque, si queremos rizar el rizo, igual lo que pasa es que esas personas conocen a una Yo niña pero no se han molestado en conocer a la Yo actual o sí la conocen pero no “encaja” con sus Yo actuales.
Comodidad para mí es eso, sentirse relajada, tranquila, sin necesidad de fingir o exagerar, sin miedo a meter la pata o a ser juzgada. Poder ser tu Yo actual sin temor a no gustar. Creo que es difícil conseguir una comodidad absoluta, esa comodidad comparable a estar con pijama de franela debajo de la manta en un día súper frío, pero yo tengo clara una cosa, “personas franela” hay pocas, pero si se encuentran hay que guardarlas a buen recaudo debajo de la almohada porque valen oro.
Para leer otras entradas, pulsa aquí https://www.haciendoelgalgo.com/blog/
Belén Fombuena Molina
Cuanta verdad Paz! Me diento tam identificada con tus palabras…
Enhorabuena una vez más!🤍
MARIA MORENO MARIN
Totalmente cierto